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Huerta Orgánica

El huerto orgánico en Comunidad Cooperativa La Minga se encuentra definido actualmente por cuatro espacios de diversas extensiones y en constante expansión.  Complementando, a lo largo de los terrenos que comprenden la comunidad hay canteros con plantas aromáticas, flores  y árboles autóctonos.
Se realiza un trabajo comunitario que consta de dos días semanales donde quienes se suman se llevan no solo el conocimiento a través de la experiencia sino también verduras, plantines, plantas aromáticas y/o semillas. Se genera esos días un clima de “minga” donde la reciprocidad se festeja con un almuerzo comunitario.
La huerta se realiza con criterios de respeto a los ciclos naturales y la convivencia con todos los seres que hacen posible la vida y el desarrollo de cada planta. Se favorece la asociación y rotación de cultivos y se procura la utilización intensiva del espacio cercado. En las últimas temporadas  se ha incrementado la variedad de verduras y la calidad de la tierra que con más de dos años de abono y rotación en los bancales más antiguos goza de un humus fértil y aireado.
El intercambio que se genera con los vecinos se da a través de la participación directa en la huerta, tanto niños como adultos, así mismo con la recolección de abono animal a cambio de verduras u otro trueque. Zonalmente nos encontramos en constante contacto con diversos grupos y personas que persigues fines similares. Entre ellos quienes cuentan con sociedades establecidas se encuentran, Huerta Cooperativa de Guernica (perteneciente la asociación ASHPA) y la Cooperativa de Trabajadores Rurales de San Vicente (perteneciente al Frente Popular Dario Santillan).
La huerta cuenta con un “semillario” o banco de semillas donde las semillas se encuentran clasificadas y resguardadas. Se utilizan para sembrar, así como para regalar a aquellos que llegan con la inquietud e intención de tener un huerto familiar y para participar de encuentros de intercambio de semillas. Estos últimos se están realizando con mayor frecuencia con el fin de concientizar y reproducir las semillas y plantas orgánicas.
Se produce compost con los restos orgánicos de la cocina que permite generar nuestro propio humus. Además se están llevando adelante lombricarios también aprovechando los restos orgánicos de la cocina, el gallinero y del baño seco. Con el compost y los lombricarios no solo cerramos el ciclo haciendo que lo orgánico vuelva a la tierra sino también reducimos en un gran porcentaje el nivel de residuos que se sacan (teniendo en cuenta que es parte del proyecto general reutilizar materiales y armar ladrillos con restos inorgánicos lo que se saca a la calle es ínfimo por la cantidad de personas que vivimos y que circulan por el lugar).
 En concordancia con la visión general y a largo plazo de autosustentar en la mayoría de sus necesidades  a la comunidad, la huerta y los árboles responden al eje de la soberanía alimentaria. Vivimos tiempos  de alimentos manipulados genéticamente y fumigados con agroquímicos que los alejan de su naturaleza y los convierten en tóxicos para el ser humano. A pesar de que las consecuencias a corto y largo plazo ya han sido evidenciadas por muchos médicos e investigadores las empresas, los grandes  productores y los laboratorios siguen actuando impunemente. En este contexto de ceguera el cultivo orgánico constituye una obligación para nosotros, para la nutrición de l@s niñ@s y la concientización de todos los que se acercan a la comunidad.
A la hora de cultivar nos volvemos acercar a la tierra, al vientre del que venimos y hacia donde volveremos. Valorar la tierra es valorar la vida, cuidarla, es cuidar la vida. Somos parte de la naturaleza y lo comprendemos al zambullirnos en ella. Y en otras palabras…esa es la propuesta.
 

 

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